miércoles, 3 de octubre de 2007

Guirnalda de canciones a Chosica (1976)








Ediciones Universidad Nacional de Educación. 1976.
Carátula: Julio Carmona.
Diagramación: Víctor Zavala C.
Coordinación Editorial: Hildebrando Pérez Huarancca.


Con la presente edición de “GUIRNALDA DE CANCIONES A CHOSICA” de Víctor Mazzi, la Universidad Nacional de Educación “Enrique Guzmán y Valle” quiere rendir homenaje a Chosica en su tradicional paisaje y, especialmente, en su pueblo que día a día crece y pugna por mejores tiempos.
La Cantuta, setiembre de 1976.
Dirección Universitaria de Proyección Social.
Sección de Editorial Universitaria.


NOTA NECESARIA DEL AUTOR.-
GUIRNALDA DE CANCIONES A CHOSICA” es un poemario de fervor lírico, cuyas composiciones se escribieron en los años de 1944 a 1946 y que –cronológicamente- constituyen la obra primigenia de mi permanente quehacer literario.

De los treinta sonetos que conforman esta primera edición, sólo algunos de ellos fueron publicados en revistas y periódicos así como en el “Registro Histórico de Lurigancho y la ciudad de Chosica” (1958). Lamentablemente en aquellas oportunidades no salieron los textos tal como demandaban los originales. De manera que, para su difusión, se hace la presente entrega que a la vez deja sin efecto las antedichas versiones.

VICTOR MAZZI.


I
Tierra y sol de comunión fragante
entre cerros de sosegada altura
y un río, ceñidor de tu textura,
que te alhaja y hace resonante.

De lado a lado te brindas constante
sinfonizando en trance de pintura
un trazo de ocre, otro de arboladura
y un centro activo y congregante.

Oh Chosica, ciudad mía, nemerosa
donde el aire se mueve cantarino
confirmando los arrobos de la rosa.

Orfeónida de tu amor tu sino
no pretendo otra población hermosa
ni quiero el fervor de otro destino.

II
Te dio natura faz de luz primero,
el agua su asistencia esclarecida,
el tiempo su expresión de sementera
en pie de fronda y raíz sin salida.

Te dio el hombre signo y bandera
la mujer su decencia estremecida,
y el pueblo, su voz común, entera
que te apronta potencial y erguida.

Puso Vésper galaxias en tu estado
cual argénico parral de azul beleño
día tras día extendido y recatado.

Y te dio poesía este cumplido empeño
que me tiene y lleva desvelado
por las alturas de tu lar y leña.

III
Te dio la sierra su aire deshelado
llenándote el ámbito de frescura
y a tu encanto dio central tersura
y zorzales al brío de tu poblado

Te concedió también un río aliado
con dóciles normas de agricultura
y a tus parcelas dio vestidura
que en ti todo es preciso y acabado.

O no existiría ese enamorado abril
Ni el céfiro que en tu seno alientas
Fragante y altozano verde añil.

Son tantos dones que galana ostentas
y en aprecio optas madrigales mil
que los números faltan a tus cuentas.

IV
Y entre giros y exhortaciones
tú áurea luna, Chosica, se perfila
entre montañas de aquelarre lila
facturando el azul de mis canciones.

Encantado de tus claras fruiciones
siento que en mi corazón se destila
tu nocturno argento –música nila-
inundándome de constelaciones.

¡Oh lumbral fluencia de caudas esteras!
¡Oh corriente viva de tiempo no ido
que en mi pulso tiene antiguas riberas!

Si callo por tu amor favorecido
ascenderé bogando albas primeras
para brindarte tácito latido.

V
Sí duro sol, Chosica, te da fulgores
en geráneos recoge su constancia
y dando alas a tanta resonancia
el amor me apronta arcos giradores.

Treman en tus sauces flavos rumores
Resuenan las guitarras en tu estancia
Y mi voz aporta en brío tu distancia
Nombrando huertos, calles, corredores.

Y así llevo contento en los ojos
y deleite en el gesto de mi sonrisa
brindándote una rosa sin abrojos.

Todo en ti pronuncia gracia precisa
Que no es menester aspirar antojos
Que, si los hay, amor se escandaliza.

VI
Montañas de mi lar, pardas montañas
de perfil solemne y tanta altura
que hado viento con dicción segura
hace erguir cactus y conceder cañas.

Pinas montañas, solas, aledañas
que brillante sol –metalurgia pura-
dora laderas, cumbres empurpura
celando un río de glaucos espadañas.

¡Silente y grave vértebra andina
que entre farallones se multiplica!
¡Montañas viejas ayas de Chosica!

Cada vez que el día exhausto en ti reclina
su áurea testa de idealidad inmensa
mi soledad cuánto te ama y piensa...!

VII
Por mis versos, Chosica, pasa tu río
que no acaba de pasar. Parla, fluye
y pone en juego un son que no concluye
giros de metales, frondas de rocío.

Decidido curso de claror umbrío
que persiguiéndose asimismo huye
y, en sus márgenes, cantando arguye
caudas razones de solar albedrío.

Pasa tu río en su cauce reflejando
kilómetros de casa, miradores
y monterios que ilustra un aire blando.

Pasa tu río blindando de relente
pasa pero se queda entre tus flores
glauco, plateresco y transparente.

VIII
A la vez también se abre paso el viento
Aedo y charlador de tu espesura
Surcando tu flora y tu verdura
En vernal danza de encendido acento.

Con el te amo, Chosica, y te siento
discurrir en mis versos –sin premura-
solar, nativa, fragante y pura
de tu ser vegetal, de tu elemento.

Y si la suerte alguna vez quisiera
borrar la luz que pusiste en mis ojos,
quebrar el arpa de mi voz obrera....

Permitidme llevarme esos manojos
de tus lilas de esencia mañanera
y el rumor de tu brío en mis despojos.

IX
¿Cómo no cantarte, oh antiguo puente
de un río crecido de plateados sones?
¿Cómo no cantarle a tus cordalones
de navío abierto a uno y otro frente?

Tampoco hace ya, tenaz al relente,
partes mi ciudad en juridicciones
de un lado opulento de ostentaciones
y, por otro, de tráfago consciente.

Sólido así en tu quietud y firmeza
entreabres un desteñido barandal
donde la luz ha puesto su certeza

Y el rumoroso brío ¡preludio tal!
y el viandante don de tu terneza
y mi voz, en loor a ti, su madrigal.


X
Desde que fuiste, Chosica, fundada
te asistieron dalias y girasoles,
se extendió en lindes tus arreboles
de un oculto imperio vislumbrada.

Palmo a palmo te habitó una arcada
entrevista con rejas y faroles
y ahora te dilatas sobre moles
soberbia, proletaria, constelada.

Tal por tus riberas vas y cumbres subes
y, de extremo a extremo, vigilante
cumples con desdeñar mentidas nubes.

Y concederle al sol punto importante
siendo así camaradas, no querubes,
de un frente activo y militante.

XI
En fin, Chosica, ganaste nombradía
no por ser sólo solar de pensiles
sino obra de fervientes albañiles
que te ofrendaron frontal soberanía.

Te trabajan y cantan en su porfía
(anónimos siempre, siempre febriles)
que son frisos, columnas y perfiles
de piedra y yeso, el don de tu armonía.

Forjadores de tu imperiosa planta
dan a tu cimiento signo y clave
y dicen su emoción por mi garganta

Que no es menester un labio de alabe
si no tiene rol de vivencia tanta
y tanto amor como en mi pecho cabe.

XII
Tanto afecto, Chosica, nos enlaza
con fechas, magnitudes y razones
que una guirnalda de constelaciones
entre nos, el espacio añil emplaza.

(A confín y campo abierto, en masa
dispone y brinda sus oblaciones
que responde algún bando de gorriones
y su moción, de monte a monte, pasa).

Tanto tenemos de vernales bienes
que son alhelíes, nardos y llantenes,
honra y parte de tus corredores.

Tanto amor y qué afanes diversos
que amante voy suscribiendo en versos
en tanto, tú vas pregonando en flores.

XIII
Ríndome de tal suerte a tu poblada
fruición terral. Rendido y contento
me desvivo por soterrar en nada
este corazón mío que es tu alimento.

Pues la pasión de esta viva mirada
no es sino el clamor de mi pensamiento
que te va celebrando en tu tonada
que por ser tan tuyo es todo mi aliento.

¡Y válgame esa amplitud de entrega
en cardo, pájaro, agua y espesura!
¡Pasmo lustral de la delicia ciega!

¡Y válgame tu norma de áureo rito
si me bebo el cielo de tu dulzura
y aún sienta más sed de tu infinito!

XIV
De sol a sol, Chosica, tú me tienes
conjugando días de agua y ladrillo,
en tanto cuentas verde –añil- amarillo
fundamentando comunales bienes.

Serena por mi pulso vas y vienes
con no sé qué ferviente vientecillo
a sustentar mi adolescente brillo
que tiempo va ensoñándome las sienes.

Tal te tenga, me tienes, nos tenemos
que así -mutuamente- nos sostenemos
en amor y faena cantando alegría.

Alegría de hombre y pueblo en suma
y multiplicación de tiempo a pluma
que lo demás, entre nos, es nadería.

XV
Esta es Chosica, tierra solsediente
puesta en pie de versos y claridades
de un fablar que la parte por mitades
y de sus partes hace nueva cuenta.

Y la glauca fronda soñolienta
que concentra el tiempo y da deidades
(ensueños, esperanzas, realidades)
de un vivir que arraigado se alimenta.

Y es aquella perenne montaña
donde el viento tremente se abre paso
y deshace el silencio que la encaña.

Y es, ante todo, pueblo y trazo
del hombre que la habita hogaña
y torna pulso de su erguido brazo.

XVI
Sois, Chosica, más que llano, cumbre
de verdes frondas, amarillas mijos,
quebradales de pétreos entresijos
y poblados de erguida dulcedumbre.

Y sois en mi ser esa cauda lumbre
que hace el alba – añil luz de hijos,
gleba y casa arduos amasijos
y esa energía de mi reciedumbre.

Y sois en mi canto esa rumorosa
corriente de gracia que apasionadamente
forja un mundo de cada cosa.

Y sois móvil de vida iluminada
Que torna cada canción en viva rosa
Y cada en emoción alada.

XVII
Si te nombro, Chosica, se me llama
el pulso de vida, emoción, secuela
y presto soy calle, casa, parcela
o sólo un nombre que a mi ser apena.

Pero el nombrarte es identidad plena
con parte tuya, ya sea aquella escuela,
el parque, el mercado o la plazuela:
cifra y clave que al tiempo encadena.

Más no podría trovar de otra manera
y decidir si tuve o tengo modo,
adverbio, subfijo, pasta o madera,

de vocación y energía viviente
sin relacionar tu nombre y todo
aquella que contigo es un presente.

XVIII
No sólo sois, Chosica, luz y sombra
de montañas, follajes y canteras.
No sólo rejal de albas jazmineras
que, de amor, entretejen una alfombra.

Son ahora tus poblados los que escombra
y tornan combativa con obreros
del Pórtland, ferroviarios, papeleros,
en cuyas sienes el sudor te nombra.

En tal virtud de tiempo desde entonces
tu ambiente tiene gracia renovada
con un lenguaje resonando a bronces.

Y una voz creciente como la mía
que va reafirmando cada jornada
tu extensión vital, tu cauda melodía.

XIX
¿Por qué, Chosica, presta imperas dentro
del contexto de mis pies a los sienes
y con tu aire y tu río ahora me tienes
aedo gravitador de tu propio centro?

¿Qué gracia nos ha dado tal encuentro
en que adjuntamos raptos y vaivenes
sino este afán de recíprocos bienes
y este anhelo que nos nace adentro?

Adentro de los límites que estriba
un colosal círculo de basalto
y abre en márgenes, alengua viva,

un poblado bullicioso y alto
y do tenemos un pacto que aviva
el limo gris con el azul cobalto.

XX
Para expresarte cabal y viviente
Calle a calle, Chosica, te recorro
y en cada paso que doy ahorro
ansía y constancia a son vehemente

(Y. entre nos, la luz es un presente
y una presencia viva ese carro
de montañas que tienden su socorro
en base de tu lar y tu vertiente).

Así aunando voy – en fervor ganado –
tu parque, tu puente, tu mercado
que confirman las zonas de mi canto.

Y ese saber que en mi pecho alienta
lumbral vivir que mana, fluye y siente
tu aire y tu río undosamente tanto.

XXI
(REGIÓN DE SANTA EULALIA)

Región propicia de altozano terral
do frutece miel y sol en primares
y entonan, ebrios de maluco ritual
su alegría rosicler los rondaflores.

Por tus poblados viértese un manantial
instruyendo la umbría de tus alcores
y, entre tus márgenes, preludio tal
con silbos, muchachas y labradores.

¿Qué lares, cual los tuyos? ¿Qué senderos
con paltares, chirimoyas, acacia
y ese cuando bando de jilgueros?

Tal conozco amante tus suscripciones
en conjunción de inopinada gracia
que hoy devuelvo en tiempo de canciones.

XXII
(DISTRITO DE RICARDO PALMA)

Enhiesto pueblo de roqueras albas
y granjas y frutales oferente,
de pardos cerros de plisadas faldas
que fausto empurpura el sol poniente.

Solar bruñido de pías esmeraldas
do natura, reposada de fragantes malvas
confirmando en vísperas su simiente.

Oh campo estelar de floral programa,
confín de sueños, abierta claridad
a la concepción de fronda y rama.

Tal la certeza de tu varia gama
y tal la ideología de tu inmensidad
que entre montes se hace panorama.

XXIII
(POBLADO DE SANTA INES)

Alto pueblo de sol, sauce y cuarzo
donde trema en acorde transparente
un aire oloroso y diligente
y un parco río, extendido y garzo

Pausadamente en tus calles esparzo
el óleo de mi afecto impenitente
y, bajo los ramajes de tu ambiente,
respiro la fragancia azul de marzo.

Amante tuyo soy. El autodidacta
que a tus dictados su pasión redacta
en vespertina escorzo de jazmines.

¿Dónde otro más encantado
que ofrendarte el concierto desatado
de mi canto, amador de tus confines?

XXIV
(CHACLACAYO)

Chaclacayo, lar de sol y lucero
donde urdió argento son la bellota
y desató de ensueños alba nota
que no se compara al más lisonjero.

Solar que entrañablemente quiero
y en mis versos, claro, se denota
porque bebió tu cielo – gota a gota
la flor dilecta de mi afán primero.

¿Qué tiempo hoy ensoñará tu umbría
de alba jazminero? ¿Será Selene
quién prosiga aún con mi melodía?

Tenme, Chaclacayo, tu siempre amigo
(los saben Virinia Graciela, Irene)
Ya que por donde voy, tú vas conmigo.

XXV
(A LA POBLACIÓN DE ÑAÑA)

Bien sé que tu poblado me confía
su rumor de asonancias minerales
su diálogo de sauces y rosales
con la jornalera voz de cada día.

Atento a la docencia de tu umbría
amo tus áureos frutos y panales;
y esa luz y ese río, matinales,
que conjugan tu certeza labrantía.

¿Cómo no quererte de punto a punto
reuniendo la visión de tu conjunto
en un haz de versos, tierra canora?

XXVI
He aquí Chosica, en estas palabras mías.
Un altozano trazado de asfalto.
Un undoso río. Un cielo azul cobalto.
Gradas. Pájaros`. Arboledas umbrías.

Un sol ambulante por las monterías
de su poblado circo de basalto.
Un parque y una plaza en el alto
colmenar de sus ansias y alegrías.

Y, desde luego, franco, claro, abierto
a un aire decidido, transparente.
singular y plural, más nunca incierto.

Música y calor en su luciente
amplitud de vida. Y todo cierto
en ser lo que es su plácido ambiente.

XXVII
Cada vez que te cito, Chosica, ansió
darle a mi canto tu plural belleza
ese rumbo que informa tu certeza
y recrea de inmensidad y poderío.

Desde luego anhelo también mese brío
que te anima y luce tu firmeza,
ese aire de tu pétrea fortaleza
y ese son que arguyendo va tu río.

Y además quiero de tu sol reflejo
que me presten celajes y festejos
para bienhallarme a punto de alegría.

Y saberte tanto cerca y lejos
multiplicadas en versos y azulejos
para decir cuándo te amo, ah ciudad mía.


Y si por cierto no soy propietario
de tu gleba, tus estrellas, tu canario
¡llamo mía a tu comunidad creadora!

XXVIII
Por más que ansió mudarme de tu tono
esplendente de torcaz y violeta
mi alma no hace caso al abandono
ni atiende la señal de la veleta.

Y es que tu amor, con manos de ozono
me hala hacia su pasión secreta.
¡Cómo podría irme! ... justo me emociono
con esta imposible frase de poeta.

No me iré, Chosica, de tu elemento
compuesto de raíces y sementeras
que día a día en mis venas discurrir siento

No me iré por más que otras riberas
me reclaman solsticio de alto viento
o me llamen fruiciones lisonjeras.

XXIX
Pueblo mío que, por vitales caminos,
llegaste a mi corazón. Ahora abona
este fervor que lleva mi persona
como una siembra de órficos trinos.


Nómbrame aeda de tu extendida zona.
Yo no quiero otra misión o destino
que este oficio de cantar – matutino –
tus circunstancias de solar corona.

Yo prometo, Chosica, cada aurora
brindarte de lo más hondo de mi ser
la constancia de una espiga sonora.

Y si me voy no me prodigues rezos
no dobles campanas. Yo he de volver
a ti, desde la albura de mis huesos.

XXX
Aquí termino, Chosica este canto
fraguado letra a letra con cemento
y ya muro puesto en pie, y ciento a ciento
pies de verso pero no, nunca tanto.

Para celebrarte, si bien levanto
tu nombre, con cariño y aliento
azul tus montes con el firmamento
música es amor, pero no quebranto

Y no quiebro Chosica con decirte
tierra mía, donde yacen mis mayores
afectos y mis manos van a asirte.


Tu voz, tu aliento son amores
en son de vida. ¿Quién podrá zaherirte
si el silencio es aroma de tus flores?

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